En España todavía no está claro si el arte -la música en este caso- es un bien público, un negocio… ¿o qué?.

“La realidad es repugnante, y sólo el arte nos permite contemplarla”. (Friedrich Nietzsche).

“El arte no tiene precio”. Miguel Ángel Moratinos, al hilo del coste de la sala de la alianza de las civilizaciones (Miquel Barceló).

“Cobro mil libras por gramo de libro”. (Ken Follet).

“Hacer dinero es un arte, y trabajar es un arte. Un buen negocio es el mejor de los artes”. (Andy Warhol).

O sea que cada uno arrima el ascua a su chimenea. Pero está claro que el arte es algo trascendental, y que puede rentabilizarse económicamente.

Según la economía, que no falla en estos lances, un bien público es algo no excluyente y no tienes porqué pagar por él. Una cosa son bienes de dominio público (sanidad, educación) por los que pagas tus impuestos, y otra son los bienes puramente públicos.
¿Por ejemplo? Unos fuegos artificiales. Son un bien público. No rivalizan con nada. Y no puedes impedir a nadie que los consuma aunque alguien pague por ellos.

El acueducto de Segovia es un bien público. Y se mantiene con impuestos.

Lamentablemente, algunos quisieran que toda la música fuese excluyente. Como un banco del parque, que es excluyente porque no todos los ciudadanos se pueden sentar en él al mismo tiempo. No todos pueden disfrutarlo.

Pero hay tres opciones:
1. La música de autor, que si el compositor lo desea, puede ser sujetada a derechos intelectuales del tipo que sean (con o sin réditos económicos). NO ES UN BIEN PÚBLICO, y se paga por él.

2. La música popular: Que se populariza entre la gente y se canta en verbenas, fiestas, televisiones… No está exenta de derechos casi nunca, porque tiene autores que quieren vivir de sus obras. ES UN BIEN DE DOMINIO PÚBLICO, pero se paga por él.

3. La música tradicional: es un bien público no excluyente, puesto que es patrimonio común de un pueblo o cultura, y por tanto de carácter anónimo tras siglos de permanencia entre las gentes. Pero necesita de ayuda para su manutención. Debe protegerse de su privatización intelectual, y fomentarse su promoción. ES UN BIEN PÚBLICO. Pero muchos pretenden que se paguen derechos por él a particulares. Y ese es el problema.

Actualmente sigue permitiéndose el registro y explotación de músicas de dominio público, mediante los arreglos musicales hechos sobre ellas en entidades recaudatorias de derechos, aún cuando se sabe que estos ya han caducado.