La nueva y la vieja asturianada

Artículo publicado el 31 de octubre de 2017 en el diario El Comercio de Asturias

La semana pasada leí que en el concurso de canción asturiana de La Nueva (que patrocina el diario El Comercio), hubo polémica. Una joven concursante interpretó una canción que el jurado calificó “cero”, al no considerarla una asturianada.

Y el desánimo que invadió a la muchacha fue secundado por varios compañeros, que firmaron un comunicado que ponía en relieve el problema subyacente: la disparidad de criterios en los concursos del ramo. El arte encaja mal con la competición, por mucho talent show que nos vendan. Especialmente si hablamos de niños y adolescentes, pero eso sería otro tema.

Cuando acabé mis estudios superiores y antes de explorar nuevos horizontes, movido por el recuerdo de mis abuelos (grandes aficionados al género) canté en varios de estos concursos, y obtuve premios de todo tipo. También fuí gaitero acompañante, presentador, organicé de festivales y hasta fuí jurado calificador. Aunque esto ya pertenece al pasado, la asturianada sigue teniendo cabida en mis conciertos, y mi tesis doctoral en la Universidad fue sobre esto. Incluso cuando se planteó declararla bien de interés cultural, la Dirección General de Patrimonio solicitó mi asesoramiento y en el Boletín Oficial del Estado se publicó mi propio trabajo junto a la citada declaración.

Quiero decir que conozco estos concursos desde todas las perspectivas posibles. Sobre la anécdota en La Nueva y sin entrar en formas y pormenores personales, hay que decir que la susodicha canción tiene la melodía de Rafael Moro Collar que en 1969 popularizó “El Presi” como “Campanines de mi aldea”. La misma que grabaron “Los Xustos” en 1967. La misma que Mari Luz Cristóbal Caunedo usó con la letra “Debaxo d’una panera” (que registró José Fernández “El Tordín” en 1976), la misma que Avelino Corte usó para su letra en “Dos villes tiene Langreo”, que es precisamente la canción de la discordia…

O sea que todo ello apenas tiene 30 años de antigüedad. Si bien es cierto que históricamente la canción tradicional se nutre de todo, y que algunas asturianadas (consideradas muy castizas) provienen de géneros tan dispares como la jota o el cuplé, debemos enfatizar que la ley de propiedad intelectual establece que una canción pasa al dominio público 70 años después de su publicación.

Así que, al margen de otras consideraciones, hay un problema importante: por todo aquello que no acredite esos 70 años habría que pagarle a la SGAE la correspondiente minuta, porque ya no hablaríamos de “canciones tradicionales”, sino de “canciones de autor”…

Según esto, ¿es aconsejable que un concurso de canción tradicional acepte creaciones tan recientes? La respuesta es gallega: depende. Depende de las bases y los criterios de cada concurso. Y si la organización desconoce este punto, entonces debe delegar en personas entendidas.

En mi opinión, los concursos deberían ser un espacio para la ortodoxia de la asturianada. Temas totémicos como “Nací en la Pola de Lena”, “Tengo de subir al puerto”, “Carromateros”, “Viva la xente minera”…etc, canciones cantadas y grabadas hace casi cien años con estilo asturiano (eso es la asturianada, a fin de cuentas) no tienen nada que ver con “Campanines de mi aldea” de Falo Moro. Ni con “Los Paxarinos” de Víctor Manuel, “Qué tien esta sidrina” de Vicente Díaz o el último éxito de Rodrigo Cuevas.

Frente a quienes abanderan el “todo vale” en pro de sus oscuros intereses o su simple ignorancia, hay un puñado de personas que hemos dedicado nuestra vida a conocer, cantar y difundir la asturianada tradicional. Los mismos que reclamamos una “escuela de jurados”, un órgano colegiado que uniformize criterios de valoración frente a la subjetividad de “la variedad de estilos”, “el color de la voz”, “la puesta en escena” y otras chorradas similares que para nada cuantifican el trabajo de cada cantante en su búsqueda del matiz y la perfección vocal en base a un patrón dado.

Recuerdo tratar el tema innumerables veces, durante el trabajo de campo previo a mi tesis doctoral, con Aníbal Menéndez Corujo, Javier de Arroes, José Menalva, Ché de Cabaños, Alfredo Canga y sobre todo con Silvino Antuña, la persona más sabia y autorizada que he conocido en torno a la asturianada y su mundo.

Por favor, tomémonos en serio el canto tradicional asturiano. Sé que es difícil, pero debemos intentarlo. El jurado del Concurso de La Nueva ha dado ejemplo con su criterio. Hay que enseñar al que no sabe, pero está deseoso de aprender.

Y al que no le interese conocer y saborear la pureza, el casticismo, la tradición y la esencia del canto asturiano recogido en casi 120 años de historia y grabaciones clásicas, lo tiene muy fácil.

No tiene más que encender el televisor, y aguantar lo que le pongan.

1 comentario

  1. Florentino Martínez Roces

    Lo de renunciar a participar en el Concurso de la Nueva me parece, como enos una imprudencia.

© 2024 Héctor Braga

Tema por Anders NorenArriba ↑