Recuerdo perfectamente cuando hace cuatro años una chica me llamó en nombre de una empresa de servicios musicales, de esas que tienen muchos compositores en nómina pero que algunos artistas desconocíamos de su existencia. Quería concretar unas grabaciones para televisión y amablemente me “invitó” a desplazarme a grabar a Madrid. Sin embargo, a medida que me daba detalles (sin dejarme hablar, al más puro estilo “teleoperador”), entendí que no pagaban nada pero que después de emitirse mi interpretación en diversas televisiones nacionales y autonómicas, garantizaban jugosos derechos de autor…
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Opiniones
Artículo publicado el 31 de octubre de 2017 en el diario El Comercio de Asturias
La semana pasada leí que en el concurso de canción asturiana de La Nueva (que patrocina el diario El Comercio), hubo polémica. Una joven concursante interpretó una canción que el jurado calificó “cero”, al no considerarla una asturianada.
Y el desánimo que invadió a la muchacha fue secundado por varios compañeros, que firmaron un comunicado que ponía en relieve el problema subyacente: la disparidad de criterios en los concursos del ramo. El arte encaja mal con la competición, por mucho talent show que nos vendan. Especialmente si hablamos de niños y adolescentes, pero eso sería otro tema.
En la prestigiosa revista de periodismo de investigación Atlántica XXII (que destapó, entre otros, el famoso “caso Villa” de corrupción) publican una entrevista en la que hablamos un poco de todo. Ya sabéis que no es habitual que conceda entrevistas de opinión, así que merece la pena que le echéis un vistazo.
Quienes saben como funciona esto de los escenarios y el mundillo de la música, no se cansan de decir lo mala que puede ser la “sobreexposición” en la tele. Yo llevo tiempo huyendo (literalmente) de muchos programas donde la calidad brilla por su ausencia. Todavía recuerdo hace unos años, cuando me llamaron de una productora para esos minutos musicales en las madrugadas en TVE. Me “invitaban” a desplazarme a Madrid, pero no pagaban ni una mínima dieta por desplazamiento. “Siempre ganarás algo con los derechos de la SGAE”, dijeron. Y claro, ya me conocéis. Dí las gracias y colgué el teléfono con suavidad…
En estos tiempos de internet, youtube, canales VEVO, difusión online y en streaming, la tele subsiste marginada de los nuevos avances en la producción, distribución y reproducción musical. Casi todos sus espacios son subcontratados, hechos de cualquier manera y a toda prisa, para un público concreto, de elevada edad, que apenas maneja otros formatos para escuchar y comprar música.
Hace unos días, Igor Paskual explicaba muy bien cómo la parrilla musical de este país podía dividirse en dos partes: una primera mitad con espacios de música que recuerdan los años de juventud, tipo “Cine de Barrio” (usando sus palabras: una especie de “Cuéntame” de la música). Y otra mitad hecha a base de concursos, tipo “La Voz”, “MasterChef”, etc. Espacios donde lo personal trasciende lo profesional, donde hay morbo, rivalidad y competición (que no música ni arte), programas donde uno gana mientras otros pierden, y donde los oscuros enchufes e intereses económicos prevalecen hasta el punto de asistir a tongos tan clamorosos como el que recientemente enterró nuestra reputación –si es que nos quedaba alguna–, en el último festival de Eurovisión. Porque aquí parece que hay corrupción en todo, y seguimos tocando fondo (ya lo cantaba Paco Ibáñez), pero aquí nadie reacciona.
Pero mira por dónde. A veces las televisiones también emiten buenos programas, y ahí tenemos en Asturias una producción tan excelente como es Concierto contigo. Un espacio hecho por músicos, donde sólo hay música. Sin intermediarios. Ni siquiera un presentador. Nada. Sólo habla la música, y los grupos y artistas que tocan en círculo, mirándose, escuchándose, disfrutándose y haciendo disfrutar al público que les rodea. Un lujo de realización y en calidad HD, hecho con mimo por un equipazo audivisual que encabeza David Pando de Visual Studio, y Jorge Otero al sonido.